

La transición desde el comunismo al modelo democrático y de mercado fue llevado a cabo por las antiguas democracias populares con relativa tranquilidad; sin embargo, Yugoslavia inició un proceso traumático de desintegración que se ha saldado con sucesivos enfrentamientos violentos.
El fin del entendimiento en Yugoslavia
La labor llevada a cabo por Tito había sido fundamental para conseguir el entendimiento entre los habitantes de un país multiétnico y con diversas confesiones religiosas. Pero la muerte del líder comunista en 1980 hizo que rebrotasen tradicionales enemistades.
La década de los ochenta comenzó con una profunda crisis económica en Yugoslavia, que impulsó medidas de apertura hacia el mercado exterior. La sucesión de escándalos de corrupción terminó de desprestigiar al partido comunista de Yugoslavia, lo que hizo que surgieran las primeras desavenencias.

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Entre las repúblicas ricas (Croacia y Eslovenia), partidarias de una restauración del capitalismo, y las regiones más atrasadas.
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Entre los distintos grupos étnicos y religiosos que configuraban el país. En Yugoslavia convivían grupos como serbios, croatas, eslovenos, bosnios, albaneses o macedonios. Además, dentro del país se profesaban distintas religiones con una clara correspondencia territorial y étnica; así, mientras los serbios son ortodoxos, los croatas y eslovenos son
El presidente serbio Milosevic (izquierda) junto a Tudjman (derecha).
mayoritariamente católicos, y los bosnios y albaneses musulmanes.
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Entre la vocación centralista de Serbia y Montenegro y el resto de territorios, partidarios de aumentar su autogobierno.
Los dirigentes comunistas se embarcaron en una carrera nacionalista, encabezada por Slobodan Milosevic en Serbia y Franjo Tudjman en Croacia, con el objetivo de mantenerse en el poder.
En 1990 se celebraron las primeras elecciones democráticas. En todas las repúblicas, excepto en Serbia y Montenegro, se impusieron los candidatos secesionistas.
La guerra en Croacia y Eslovenia
Ante las aspiraciones centralistas de los serbios, en 1991 proclamaron su independencia Croacia y Eslovenia. El ejemplo fue seguido ese mismo año por Macedonia y, en 1992, por Bosnia-Herzegovina.
El Ejército federal intentó frenar la secesión e inició una guerra que en Eslovenia fue breve, pero que se recrudeció en Croacia, donde existía una importante minoría serbia en Krajina y Eslavonia; estas regiones proclamaron su escisión de Croacia y organizaron milicias apoyadas por el Ejército serbio; durante la guerra se realizó una importante limpieza étnica ante la impasibilidad de los gobiernos europeos.
La guerra en Bosnia
En Bosnia-Herzegovina existía una minoría de musulmanes que, animados por el antecedente de Croacia y Eslovenia, decidieron proclamar su independencia con el apoyo de Estados Unidos y de la comunidad europea; pero también había una importante minoría serbia que rechazó la independencia y que declaró la guerra a la nueva república apoyada por Serbia y Montenegro.
Se inició una guerra acompañada de una limpieza étnica en la que Milosevic y el líder de los serbios en Bosnia, Radovan Karadzic, fomentaron acciones incontroladas que provocaron miles de muertos y dos millones de refugiados.
Los bosnios contaron con el apoyo militar de Croacia, si bien el interés de su presidente Tudjman parecía más centrado en un reparto de la región entre Croacia y Serbia.
Europa y la comunidad internacional manifestaron su debilidad en Bosnia; solo cuando las tropas de la ONU mostraron su pasividad e incapacidad para frenar

Una mujer bosnia llora tras la llegada de los cascos azules al país.
el genocidio en Srebrenica en 1995, la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, reaccionó y emprendió una intervención militar que puso fin a la barbarie en Bosnia.
Esto puso en evidencia la debilidad política y militar de la Unión Europea y su dependencia respecto de Estados Unidos a la hora de enfrentarse a un conflicto político-militar en el corazón de Europa.
En noviembre de 1995 se firmaron los Acuerdos de Dayton, que aceptaron el mantenimiento de Bosnia como república unida, pero con dos entidades administrativas, una croato-musulmana y otra serbio-bosnia. La ONU se comprometió a supervisar los acuerdos con una presencia permanente de tropas.
El conflicto en Kosovo
En 1998, Serbia incrementó su política étnica en Kosovo ante las aspiraciones autonomistas de la población de origen albanés. La presencia de una guerrilla independentista, la UÇK, provocó un incremento de la represión.

Militantes de la guerrilla albana independentista UÇK.
Para evitar que se reprodujese lo ocurrido en Bosnia, la OTAN intervino en Kosovo en 1999 y sometió a Serbia a un intenso bombardeo.
Miles de refugiados abandonaron entonces Kosovo y se instalaron en países vecinos, sobre todo en Macedonia, donde se reavivó la tensión debido a la presencia de una minoría albanesa que llevó a cabo una insurrección en 2001.
El 3 de junio de 2006, Montenegro se había escindido definitivamente de Serbia.
La intervención en Kosovo precipitó el fin del régimen genocida de Milosevic que terminó
siendo entregado al Tribunal Penal Internacional, creado por la ONU en La Haya para juzgar los crímenes contra la humanidad cometidos en la antigua Yugoslavia.
El conflicto se resolvió con el reconocimiento de la autonomía kosovar, como paso previo a una independencia declarada el 17 de febrero de 2008.
El 7 de agosto de 1991, el buque de carga Vlora regresaba de Cuba con un cargamento de azúcar. El capitán atracó en Durrës para descargar dicha carga y someter al navío a una serie de reparaciones. Mientras tanto, miles de personas se habían reunido en el puerto con la esperanza de abordar cualquier barco y navegarlo hasta Italia.
El 8 de agosto, 20.000 civiles albaneses llegaron al puerto de Bari huyendo del conflicto bélico.
