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Miembros de una harka rifeña en Marruecos, en 1920.

La Guerra del Rif, también llamada Segunda Guerra de Marruecos, enfrentó a las tribus rifeñas con las autoridades coloniales españolas y francesas entre 1911 y 1927. Fue una larga guerra, con numerosos altibajos, que marcó la historia de España del primer tercio del siglo XX. Pero un año, 1921, marcó definitivamente el comienzo del fin del largo conflicto.

Desarrollo del conflicto

Todo comenzó cuando el 12 de febrero de 1920 el general Manuel Fernández Silvestre, que había sido jefe del Cuarto Militar del Rey y que tenía una hoja de servicios llena de actos heroicos, fue nombrado comandante general de Melilla.

 

En enero de 1921 decidió emprender una ofensiva para tomar la bahía de Alhucemas. Dejándose llevar por su arrojo, que al fin se mostró imprudente, prescindió de los mandos superiores y quiso hacer la guerra por su cuenta, con unas tropas poco preparadas, con problemas de suministros, enfrentadas a las duras tribus rifeñas acostumbradas a las calamidades y conocedoras de un territorio muchas veces ingrato y siempre duro.

Sin embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921, Silvestre protagonizó un espectacular progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de 24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas;​ ocupó Tafersit, adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la sumisión de las cábilas de Beni UlixekBeni Said y Temsaman, llegando a acuerdos con sus cabecillas, ofreciéndoles dinero a cambio de su amistad.

 

Su gran error fue repartir las tropas por una extensa franja de territorio.

El desastre de Annual

Silvestre perdió la vida el 22 de julio de 1921, al comienzo del conocido como "desastre de Annual", permaneciendo en pie, solo, en medio de la desbandada general aquel fatídico día de julio, en el que perdieron la vida 10.000 hombres, entre oficiales profesionales y soldados de reemplazo. También cayeron heridos o prisioneros otros 10.000 en manos de Abd el-Krim, líder de las tropas rifeñas.

 

El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre, consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 del día 22 llegó un mensaje de radio del Alto Comisario Berenguer, prometiendo la llegada de refuerzos desde Tetuán.

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Cadáveres tras el desastre de Annual.

Una hora más tarde el general Silvestre comunicó de nuevo a Berenguer y al ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, su desesperada situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.

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General español Manuel Fernández Silvestre.

Al rayar el alba tuvo lugar una segunda reunión de oficiales, en la que Silvestre dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos 2000 hombres cada una.

Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición esta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.

La retirada comenzó a las 11:00 horas. Había dos convoyes; uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los caminos de huida ya habían sido tomadas por los rifeños. La gran mayoría de los policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus oficiales españoles.​ De modo que cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos.

En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación se mezclaron sin ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión, los oficiales perdieron el control de la situación.

Sin nadie que cubriera su retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños.

Algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un número de bajas relativamente pequeño; pero, en su inmensa mayoría, los soldados salieron a la carrera y en completo desorden. El desastre pudo haber sido mayor si los Regulares al mando del comandante Llamas no hubiesen resistido en las alturas del sur. Ello dio tiempo a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar, evitando así una muerte segura a manos de los rifeños. Los Regulares se replegaron por escalones, retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la riada de soldados en fuga.

 

Silvestre, que aún estaba en el campamento cuando comenzó el desastre, murió en circunstancias no esclarecidas, y sus restos nunca fueron encontrados. Mientras una versión dice que, al ver el desastre, fue a su tienda de campaña y se voló la cabeza, otra versión dice que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse.

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General Abd el-Krim, líder de las tropas rifeñas.

En las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murieron un total aproximado de 10.000 españoles, a los que hay que sumar los rifeños, 1500 en total.

Quedaron 492 prisioneros españoles de los que sobrevivieron 326. Algunos de ellos fueron liberados al comienzo de una misión de rescate; los demás cautivos fueron liberados finalmente el 27 de enero de 1923, tras las negociaciones llevadas a cabo con Abd el-Krim por parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de 80 000 duros de plata (2400 euros aproximadamente).

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A punto estuvo de perderse Melilla, aunque en octubre de aquel año ya se habían reconquistado buena parte de las plazas perdidas. A partir de entonces comenzó el principio del fin de una guerra que se dio por finalizada cuando se rindió el caudillo rifeño Abd el-Krim en julio de 1927.

Fuentes: ABC y Wikipedia.

El general Silvestre ofrece protección al hijo de un líder local que quiere luchar del lado español.

Documental del Desastre de Annual

Alfredo Langa Hernáez

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